Si la primera vez que te interesaste por la escalada fue en las Olimpiadas, es posible que pienses que la escalada no está hecha para ti. Pues sentimos decirte que te equivocas. Te contamos diez motivos por los que escalar engancha más que ir al gimnasio.
Escalar es divertido
Seguir las presas de un mismo color, resolver el rompecabezas y alcanzar una meta en compañía de tus amigos. La escalada en rocódromo es todo juego. Según lo cuenta el filósofo y pedagogo Francesco Tonucci hablando sobre gamificación: «Todos los aprendizajes más importantes de la vida, se hacen jugando».
Es muy social
Ir al rocódromo es como darse un paseo por el barrio: sales solo de casa y al final te encuentras con todo el mundo. Aunque a veces vas a escalar con amigos, es muy sencillo ponerse a hablar con alguien sobre cómo resolver un bloque o pedir que te porteen y terminar escalando juntos. Está demostrado: esforzarse en grupo por resolver un problema, forja amistades.
La curva de aprendizaje es muy alta
Hay pocos deportes tan fáciles de pillar como la escalada. Las reglas son pocas: sube por la pared hasta el top. Podrás elegir un recorrido más o menos difícil pero te aseguramos que los bloques y vías que no te salieron el primer día, el segundo… ¡sí que salen!
La escalada es inclusiva
No importa tu complexión física, tu género o edad, siempre hay un bloque o vía con que poder disfrutar. La diversión en la escalada une a las personas, da igual de dónde vengan o a qué se dediquen.
La escalada no es competitiva
Olvida las Olimpiadas, cuando escalas, la única persona con quien compites es contigo mismo. El resto está ahí para apoyarte (porteándote o dando ánimos desde abajo) y cada cual tiene sus propios retos.
Puedes escalar en familia
Bien porque contrates una actividad como los Bautismos en familia, bien porque busquéis recorridos aptos para todos los públicos, el rocódromo es tan versátil que te permite compartir una actividad con tus hijos o tus padres (y sabemos lo bien que sienta divertirse juntos).
Siempre hay un bar más allá de la escalada
Decía Wolfgang Güllich, uno de los escaladores más intrépidos de la historia, que no había nada mejor después de haber escalado que sentarse en un bar a celebrar las rutas. Suscribimos su pensamiento y le sumamos que, además, en la Cantina de Sputnik es fácil encontrarse con un concierto o una exposición para acompañar tu merecido refresco.
Escalar te pone fuerte (aunque no quieras)
Al contrario que otros deportes más específicos, la escalada involucra toda tu musculatura. Mucho más fácil que aprender a utilizar las máquinas de tortura de un gimnasio, cuando escalas empleas todo tu cuerpo sin tener que pensártelo mucho.
Escalar es bueno para la salud mental
Puede que hayas tenido el peor día de oficina que, cuando vas a escalar, se te pasan todos los males. Será porque el foco de tu atención se vuelca en lo que está sucediendo en ese momento. O quizás por la sensación de superación que deja el lograr los retos. El caso es que mucha gente escala, no solo por diversión, sino también por salud mental (la mejor terapia es la constancia, por lo que te recomendamos el abono mensual).
Si regalas escalada, aciertas seguro
Colonias, calcetines, zapatillas de andar por casa… El repertorio de regalos que acaban en fiasco es ilimitado. Por suerte, y aunque no tengas ni idea de escalar, puedes dar en el clavo (y sorprender para bien) regalando una actividad de escalada. Hay de todo, desde actividades para niños como packs de escalada más comida. ¡No más jerseys de cuadros!