Conchi Casado, vecina de Las Rozas, nos ha recibido este miércoles 12 de julio, para hablarnos de su recién publicado libro ‘Mi padre’, un homenaje literario en el que muestra su admiración y cariño a Julio Casado Hernáiz. Un hombre elegante que supo siempre mirar hacia delante y que, desde muy joven, demostró ser una persona con inquietudes cuando con tan solo 14 años, salió de casa en busca de un futuro mejor. Luchó arduamente para crear sus negocios, a base de mucho esfuerzo y una gran ilusión con el claro propósito de cumplir su sueño.
Julio tomando como ejemplo a su esposa Ángela, una mujer con mucho coraje y personalidad, estuvo muy pendiente de inculcarle a sus tres hijas una educación basada en valores, ya que su afán era que se convirtiesen en mujeres preparadas e independientes. Conchi comparte con nosotros las enseñanzas y las vivencias que tuvo con su padre, destacando la importancia de la educación y los valores como pilares fundamentales en la vida.
Para quiénes no la conozcan y quieran saber más sobre usted, ¿cómo se definiría?
Pues mira, soy una persona muy abierta. Me da igual todo, no se me pone nada por delante. Soy muy amiga de mis amigas, cariñosa, familiar, divertida… ¿Qué puedo decirte? Me ha gustado mucho bailar de joven. Estudié hasta segundo de piano. Me gusta mucho el jaleillo y viajar. Estuve con la farmacia 30 años y bueno, me gustaba mucho. Era en un barrio marginal pero quizás te hace más estar al servicio de farmacia en esos barrios que no aquí que dices: «una aspirina», lo pagas, te vas y nada más. Entonces a mí me gustaba porque hablaba con la gente y les preguntaba cómo estaban. Ese trato y cercanía me encantaba.
La verdad es que no paro. Yo coso y me hago mis cosas. No hago pereza, voy a Madrid y compro las cosillas necesarias para coser. Siempre me ha gustado y como mi tía cosía muy bien, me enseñó a hacerlo. Nos enseñó a las tres hermanas. Pero a mi me encantó, y entonces empecé.
Cuando cerré la farmacia tenía todo el tiempo del mundo, porque claro, me ocupaba mucho tiempo y fui a un cursillo de costura que daba el Ayuntamiento de Las Rozas, y allí estuve porque no sabía hacer patrones… Confeccionar sí, pero patrones no. Pero me gusta mucho, yo me hago ropa, me hago trajes de chaqueta, aunque ahora ya menos. Tengo también redes sociales y me manejo con el móvil, que para mi edad toco todos los temas. Paso muchos chistes por WhatsApp, chistes todos los que quieras jajaja.
¿Cuántos años lleva viviendo en Las Rozas?
Llevo viviendo 40 años, porque yo vivía en Madrid, en el centro, en la Plaza de Herradores. Pero cuando me casé, nos fuimos a Hilarión Eslava, y estuvimos allí unos 16 años, y entonces, una de mis hermanas vivía aquí en Molino y mis hijos venían mucho a estar con sus primos, y nos convencieron para venir a vivir aquí. Aunque tengo que reconocer que yo soy más de asfalto, me he criado cerca de la calle Princesa en Madrid con El Corte Inglés al lado, imagínate. Y pensaba meterme en el campo… Pero entre que a mi marido le encanta el campo, que mis hijos querían estar cerca de sus primos… vinimos aquí al Molino, y te reconozco que estoy muy contenta.
« mi padre quería que fuera independiente »
¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?
Llevamos mucho tiempo con la idea, mucho… porque además lo comentábamos. Cuando lo dije, Mari Carmen mi sobrina, me dijo: « El abuelo tenía una historia muy interesante, ya era hora de que alguien escribiera algo sobre él». Ella me ha animado muchísimo a hacerlo. Como era una vida tan así… y lo comenté y enseguida mi marido me animó también. Y una tarde, cogí un papel, un lápiz, una goma y empecé a escribir aunque a máquina sé, pero como lo empecé así lo terminé de esta manera. Todo lo que me venía (porque como tengo la memoria muy bien), fui escribiendo anécdotas de lo que quería decir de mi padre con todo el cariño y precisamente esa ha sido la misión.
Y ha quedado plasmada la admiración que sentían por su padre
Es que no lo sabes cómo era mi padre, era una persona muy buena y quizá, porque nos faltaba mi madre, nos quería dar ese cariño especial que nos faltaba. Vivía con nosotros una tía que es la que nos crio. Estaba enferma, pero nos educó perfectamente, aunque era bastante estricta. Por eso mi padre nos llevaba al teatro, al cine… Era muy generoso. Y bueno, yo le di mucha guerra porque las notas que sacaba, era más mala… era muy traviesa. Recuerdo de ver las notas, todo 0. Y un día que saqué un 5… ¡Ala me lleva al cine! Como si fuera una cosa… Y luego pasado el tiempo, reaccionas. Le prometí terminar la carrera, le di mi palabra de que así lo haría y la cumplí. Su afán era que estudiásemos y que tuviéramos algo, una carrera o lo que fuera para poder ser independientes. Como él no había podido estudiar (aunque luego estudió e hizo hasta comercio mientras trabajaba). Su consejo fue «antes de casarte, acaba tu carrera». Era su obsesión y luchó mucho para que lo consiguiéramos.
« La unión que nos hizo hacer entre nosotras tres, nos la dio él »
¿Qué ha significado la figura de su padre en la vida de sus hermanas y en la suya?
Bueno, el cariño tan tremendo y la unión que nos hizo hacer entre nosotras tres, yo creo que nos la dio él. El cariño que hemos tenido las tres hermanas, yo creo que ha sido él y la importancia de la familia, sí. Él sobre todo, quería esa unión porque otro podría haber dicho yo vivo mi vida, yo que sé, pero él no, él miró por nosotras. Y luego lo trabajador que era, que es que no paraba. Después de que muriera mi madre, durante 20 años, todo lo que creó. Fue un emprendedor. Hizo las cafeterías «Yago», el tostadero de café que entre mi padre y su hermano crearon la marca «Café Casado» que fueron muy conocidas en el gremio de la hostelería de Madrid. Trabajaron mucho juntos. Estuvieron mucho tiempo. Además del viaje que hizo mi padre a Nueva York que todo le sorprendía, en aquella época, imagínate. Esa visión que tuvo de Benidorm…
¿Qué pasó con las tres cafeterías «Yago» cuando su padre falleció?
Eso es otro libro, porque yo solo hablo en este hasta que muere mi padre. Al fallecer mi padre, mi tío, que trabajó con él, se hace cargo. Decidimos llegar a un acuerdo (ya estábamos casadas las tres hermanas). Entonces le dejamos elegir a mi tío, y dividimos las cafeterías. Mi tío eligió las cafeterías Yago Princesa y la primera que fundaron en la calle Goya. Nosotros nos quedamos con el tostadero de café y con la otra cafetería que había en Serrano. Durante 35 años junto con nuestros maridos, lo levantamos, a la vez de que estaban trabajando en sus trabajos, como en el caso de mi marido conmigo: por las mañanas tostando café, y por las tardes, vendiendo aspirinas en la farmacia. Con el tiempo, mi tío enferma y debió traspasar las dos cafeterías, y nosotros seguimos con el tostadero hasta que al final lo vendimos todo.
Este libro es un regalo para toda la familia y para que conozcan la historia de su padre, ¿ qué les ha parecido?
Hay muchos familiares y amigos que no lo han leído aún, ya que salió en el mes de mayo y no ha dado tiempo y tal… Por eso quise juntarlos a todos, pero en general, les ha gustado. Todos coinciden en que les ha sabido a poco, que tenía que haber contado más cosas y me he acordado luego de más anécdotas pero como dice mi marido, lo has hecho muy deprisa, pero estoy recordando anécdotas constantemente.
Pero me hace mucha ilusión, no pensaba que el libro iba a gustar tanto. Gracias a mi familia, que me ha animado también muchísimo desde el principio.
Si su padre hubiera podido leer el libro, ¿qué impresión cree que habría tenido?
Pues no lo sé, no sé que decirte. Le hubiera gustado, porque en realidad ha vivido eso, y lo que me da pena es que no pueda ver todo esto mi hermana Carmen que falleció en la pandemia y gracias a ella he podido escribir muchas cosas, ya que era la mayor y siempre hablaba de mi padre. A mi hermana Angelita con Alzheimer, le di el libro personalmente porque quería ver su reacción. Cuando cogió el libro, y de repente, empieza a abrazarlo y a darle besos a la foto de nuestro padre… ¡Se me puso la carne de gallina! Porque en su mente le reconoció, y ha leído 20 veces el libro, pero pasa una página y se le olvida, y lo vuelve a leer y leer, porque lo tiene al lado en su mesita de noche junto con su rosario.
¿Cuánto tardó en escribirlo?
Tardé 8 días, con lápiz, goma y un sacapuntas, pero entre unas cosas y otras, casi un mes. Al principio, no quería poner fotos pero me parecía que era muy particular. Es un libro muy de familia, porque yo no lo quería vender, pero quería que se conociese el personaje que era. Quería que mis sobrinos supieran quién era su abuelo. Lo tenía que haber hecho antes.
¿Cuáles han sido los momentos más difíciles y los que más le ha costado contar?
El recuerdo de la muerte de mi madre y el de la muerte de mi padre. Para mi, como el de mi madre no me acuerdo, solo de lo que me contaron porque era muy pequeña, fue mucho más duro describir la muerte de mi padre. Lo que digo al final de que yo me asomé al balcón, que eso es auténtico, porque antes no se iba a los cementerios, nos quedamos las tres hermanas en casa, y entonces yo abrí el balcón y vi la plaza Herradores que es muy grande, y estaba llena de gente, y en seguida pensé: Mi padre que hace unos años entrara por esa puerta sin nada en los bolsillos con unas ganas de triunfar tremendas, y luego salía por esa misma puerta, la plaza tan llena de personas que le querían, porque tenía amigos por todos lados, porque era simpático, cariñoso, divertido… Y eso quizás, es lo que más me emocionó a mí y lo que más he sentido, cómo le quería la gente, amistades, empleados… todos llorando su muerte.
«me gusta pensar que con mi edad, tengo la ilusión de poder hacer algo»
¿Qué mensaje o lección espera transmitir con este homenaje literario?
Transmitir un cariño a la familia, nada más. El cariño que yo pueda sentir de mi padre, me encantaría que mis hijos lo sintieran también. Que yo creo que ahora no transmiten ese cariño, bueno sí lo transmiten, pero a su manera. Pero eso de que ahora los niños se metan y se queden en su habitación… En mi casa nos juntábamos y hablábamos todos y te contabas las cosas, pero ahora no.
¿Qué significado tiene para usted personalmente compartir esta historia?
Una satisfacción y una alegría… Por eso lo he hecho. Para mí la alegría es que llegue alguien y me diga que le ha gustado o me comentan que lo han comprado y tal… Y yo digo: «¡ Ay dios mío! Si a mi me parece que es un libro que no es un libro como tal libro, pero ahí se ve con la ilusión con la que lo hice, ni más ni menos».
Entonces eso con toda la ilusión… Si a mí me hubieran dicho ‘buah’, o no me hubieran hecho caso, me hubiera llevado un disgusto. Pero en cambio ahora, pues al ver que a la gente le gusta, es una satisfacción.
¿Qué consejo le daría a alguien de su edad que quiere escribir un libro y cómo le animaría a hacerlo?
Que lo haga bien y que tarde lo que sea, que no lo haga en 8 días, ¿ te parece poco? Jajaja. Si la persona quiere escribir, y tiene la cabeza bien, es como tener una ilusión por algo. A mi el libro me ha hecho una ilusión tremenda, porque llega un momento a mi edad, cuando antes trabajaba no paraba, aunque ahora tampoco paro y tal, pero bueno… cuando era más joven salía mucho con mis amigas, mis hermanas, cogía el coche y salíamos a comer por Madrid.
Así que ahora con mi edad, con una vida más monótona, aunque estoy con mi marido y salimos a tomar el aperitivo, al cine… pero me gusta pensar que, con mi edad, tengo la ilusión de poder hacer algo. Asique mi consejo es que hagan algo que les ilusione, ya no te digo el escribir un libro, sino hacer algo que les guste y espero que les pueda valer de ejemplo.
¿Y cómo cree que su visión de ayudar a los demás puede contribuir a una sociedad más solidaria?
Si fuera por mi parte, sí. Pero lo veo muy difícil, la sociedad está muy difícil de arreglar porque se ha ido complicando todo y entonces, si yo pudiera, por mi… daría conferencias a ver si me hace caso alguien jajaja. Es que es muy difícil porque el caso es que yo pienso, que la juventud está mucho más preparada que nosotros y antes era más fácil, estudiabas y te colocabas. Ahora gente con idiomas, con muchas carreras, lo tienen dificilísimo… Y la falta de valores, del cariño a la familia… Antes había otros principios, otros frenos, ahora parece que todo vale.
¿Hay algo que crea que le queda por hacer?
He disfrutado todo, me casé con 28 años y me ha dado tiempo a todo. He disfrutado de joven, y esa fase de las pandillas, eso es maravilloso porque lo pasábamos muy bien. Luego conocí a mi marido estudiando la carrera de farmacia y llevamos 50 años casados. Igualmente siempre he salido con mis amigas, y eso de verdad, en el matrimonio, que cada uno deje su parcela… para mí es fundamental. La relación con mis amigas la mantenemos desde que nos conocimos con 18 años… Hicimos la carrera, la terminamos, nos casamos, tuvimos nuestros hijos… Vivimos todo juntas, que es difícil. A día de hoy, nos reunimos con la misma ilusión del primer día. Así que yo creo que me queda poco por hacer.