Los vecinos de la calle Peñalara de Las Rozas llevan más de un año “aguantando” una situación que afecta irremediablemente a su estado de ánimo, a su nivel de estrés; y a lo que tendríamos que entender como una vida acomodada en uno de los municipios con mayor renta de España, concretamente, el séptimo. Los okupas de un chalet de esta céntrica calle roceña, aparte de haberse enganchado a la luz y el agua, ponen música a todo volumen y hacen sus necesidades en plena calle y a plena luz del día.
Algunos vecinos, ya desesperados, han comentado a Telemadrid que estos habitantes ilegales “provocan grandes molestias y nadie hace nada”. Se trata de una finca que está vacía desde 2006, año en el que falleció su dueño y se encuentra en mal estado porque los herederos, según aseguran los vecinos, no han logrado alcanzar un acuerdo.
Principales problemas
Entre los principales problemas que provocan los okupas en el vecindario es que montan juergas nocturnas, con música a volúmenes muy elevados, además de subalquilar habitaciones del chalet a otros okupas. Según Telemadrid, la semana pasada la Policía acudió al lugar, pero no han podido hacer absolutamente nada.
Hemos de recordar que durante el periodo 2020-2021, la concejalía de Recursos Humanos del Ayuntamiento de Las Rozas ha puesto a disposición de los agentes de la Policía Local del Municipio, un total de 17 acciones formativas en diferentes áreas de especialización relacionadas con la okupación ilegal de viviendas. A nivel regional han participado 222 agentes, incluyendo los 28 de la Policía Local de Las Rozas que se están especializando en delitos de ocupación. Pero en este caso, y por el momento, el problema no ha tenido hasta ahora solución.
Los vecinos tienen miedo
Los roceños que tienen su vivienda habitual en la calle Peñalara, tienen miedo. Afirman que sus vecinos ilegales “hacen lo que les da la gana”, roban la luz y han querido coger agua, pero se han impedido. Aparte de hacer sus necesidades en la calle, alquilar ilegalmente habitaciones y las juergas nocturnas; según los vecinos, utilizan sirenas y se vuelven locos tirando las sillas desde la terraza de arriba a los transeúntes o a los jardines de los chalets colindantes.
Otro hecho que agrava el problema es el que ocurrió el viernes pasado, cuando rompieron botellas contra la fachada de uno de sus vecinos. Se comportan de forma agresiva y amenazante, “se ponen como locos” y llaman a los vecinos “hijos de puta”, y les increpan que “aquí mandamos los okupas”.
Para colmo, y según señala también la televisión regional, desde la tormenta Filomena, todas las ramas que cayeron de los árboles del jardín siguen dentro, totalmente secas, por lo que podría, en un momento dado, provocar un incendio. Las amenazas también son frecuentes, ya que, como señalan algunos vecinos, les amenazan con quemar las parcelas. Además, dicen que hay gente dentro «que lleva navaja» y que están deseando cruzarse una mirada con alguien “para liarla”. Los vecinos incluso afirman que alquilan la casa para celebrar juergas.
Los últimos avances ante el problema del desalojo y en materia de okupación
Las leyes que nos rigen en materia de ocupación no han sido contundentes ni resolutivas en un alto porcentaje de casos de este tipo; aunque es interesante considerar que el Gobierno dio una vuelta al protocolo de actuación, hace menos de un año; eliminando el plazo de 48 horas para entrar que tenía hasta ese momento el propietario.
Esto significa que, si llegas a tu casa y está okupada, la policía tiene potestad para echar a los okupas al considerarse un delito flagrante. Lo mismo ocurre con las casas que no son vivienda habitual; para el caso, es irrelevante si es primera o segunda residencia. En ambos casos constituyen un delito de allanamiento de morada y los intrusos pueden ser expulsados sin necesidad de identificarlos.
Según Toni Miranda, presidente de la Organización Nacional de Afectados por la Okupación (ONAO), el problema es que “buena parte de los propietarios no denuncian, sino que acuden directamente a una empresa de desokupación”. Esto es algo que no nos permite tener una radiografía clara de la ocupación en el país; porque muchas viviendas no constan en los datos de denuncias”. No es el caso que no ocupa, pero si la casa está vacía y no constituye la morada de nadie, según señala el artículo 245 del Código Penal, el delito se considera una usurpación.
Parece mentira que, como en tantos otros ámbitos de la vida, sea tan complicado disfrutar de nuestros derechos y convencernos de nuestras obligaciones como ciudadanos, y más, cuando la ley nos ampara, o debería. Nos cuesta mucho evolucionar, legislar y cumplir, a pesar de que a algunos se les llena la boca con conceptos como Estado de Derecho o Democracia.