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Las Rozas de Madrid
/ 22 noviembre 2024

Julia y Babacar: del sufrimiento en patera a la alegría de ser ‘au pair’

Julia y Babacar: del sufrimiento en patera a la alegría de ser ‘au pair’

Julia Extebarria y Babacar Dieye se conocieron en Las Rozas en 2010, cuando la niña tenía tan solo 4 meses. Por aquel tiempo, Babacar tenía 26 años, era subsahariano y había llegado a España en 2006 en patera. Lo que no sabía era que cuidar a una pequeña niña rubia le iba a cambiar tanto la vida. Una historia entrañable contada por El Mundo.

En 2010, cuando Julia nació, en España, más de 70.000 inmigrantes regularizaron su situación pero tan solo uno, Babacar, lo consiguió trabajando como au pair. El subsahariano conoció a la familia de Julia en casa de un profesor universitario que le acogía, Julián. Este profesor acogía inmigrantes subsaharianos sin papeles y era muy amigo de Esther Pascual, abogada y madre de la niña. “Era super tímido, muy serio, no se atrevía ni a mirarte”, explicaba Esther.

“Empecé a trabajar pero era un caos. Era inviable. Lo hablamos con mi marido: ¿por qué no iba a poder cuidarla Babacar? A él le conocíamos y nos daba más confianza que nadie”, señalaba la madre al periódico El Mundo.

Entonces comenzó la historia de la niña y su cuidador. Con Babacar cambiándole pañales, cogiéndola en brazos si lloraba e incluso enseñándole a hablar no solo español sino también wólof, la lengua nativa hablada en Senegal y Gambia.

La llegada de Babacar

La historia de Babacar se remontaba a 2006, cuando salió de Yarakh (Senegal) en cayuco dejando a siete hermanos atrás. En la barca, contó a 77 desconocidos que, en los siguientes nueve días de travesía, vio rozar la muerte a muchos de ellos.

Para él Julia fue su salvación. Empezó a cuidarla cuando tenía cuatro meses mientras su madre trabajaba y paraba para darle el pecho. “Venía todos los días, de lunes a viernes, a las nueve de la mañana”, explica su madre.

Hubo gente que les decía que si estaban locos. Sin embargo, Esther señala que “no solo contratamos a Babacar para que tuviese los papeles sino porque necesitaban a alguien y él era perfecto. Fue un año y medio maravilloso. Somos nosotros los que estamos agradecidos”.

Julia y Babacar en la actualidad

El Mundo ha querido saber qué fue de esta pareja años más tarde. En el caso de Babacar su destino fue Totana (Murcia), trabaja y dentro de unos años quiere volver a su país para montar una tienda de ropa y cuidar de su hijo, Cheikh, al que todavía no conoce.

Cuando pregunta por Julia, su madre dice que “es una niña que no tiene ningún prejuicio. No anda con estereotipos. Tiene la mente muy abierta. Le hablas de una persona que cuida a otra y no piensa en el cliché de la cuidadora, en femenino, sino que piensa en un hombre”. Ahora estudia en un colegio con 108 nacionalidades diferentes y asegura que «él me hizo un sonajero de mimbre, yo le hice un hueco en mi corazón».

Fuente: El Mundo

Julia Extebarria y Babacar Dieye se conocieron en Las Rozas en 2010, cuando la niña tenía tan solo 4 meses. Por aquel tiempo, Babacar tenía 26 años, era subsahariano y había llegado a España en 2006 en patera. Lo que no sabía era que cuidar a una pequeña niña rubia le iba a cambiar tanto la vida. Una historia entrañable contada por El Mundo.

En 2010, cuando Julia nació, en España, más de 70.000 inmigrantes regularizaron su situación pero tan solo uno, Babacar, lo consiguió trabajando como au pair. El subsahariano conoció a la familia de Julia en casa de un profesor universitario que le acogía, Julián. Este profesor acogía inmigrantes subsaharianos sin papeles y era muy amigo de Esther Pascual, abogada y madre de la niña. “Era super tímido, muy serio, no se atrevía ni a mirarte”, explicaba Esther.

“Empecé a trabajar pero era un caos. Era inviable. Lo hablamos con mi marido: ¿por qué no iba a poder cuidarla Babacar? A él le conocíamos y nos daba más confianza que nadie”, señalaba la madre al periódico El Mundo.

Entonces comenzó la historia de la niña y su cuidador. Con Babacar cambiándole pañales, cogiéndola en brazos si lloraba e incluso enseñándole a hablar no solo español sino también wólof, la lengua nativa hablada en Senegal y Gambia.

La llegada de Babacar

La historia de Babacar se remontaba a 2006, cuando salió de Yarakh (Senegal) en cayuco dejando a siete hermanos atrás. En la barca, contó a 77 desconocidos que, en los siguientes nueve días de travesía, vio rozar la muerte a muchos de ellos.

Para él Julia fue su salvación. Empezó a cuidarla cuando tenía cuatro meses mientras su madre trabajaba y paraba para darle el pecho. “Venía todos los días, de lunes a viernes, a las nueve de la mañana”, explica su madre.

Hubo gente que les decía que si estaban locos. Sin embargo, Esther señala que “no solo contratamos a Babacar para que tuviese los papeles sino porque necesitaban a alguien y él era perfecto. Fue un año y medio maravilloso. Somos nosotros los que estamos agradecidos”.

Julia y Babacar en la actualidad

El Mundo ha querido saber qué fue de esta pareja años más tarde. En el caso de Babacar su destino fue Totana (Murcia), trabaja y dentro de unos años quiere volver a su país para montar una tienda de ropa y cuidar de su hijo, Cheikh, al que todavía no conoce.

Cuando pregunta por Julia, su madre dice que “es una niña que no tiene ningún prejuicio. No anda con estereotipos. Tiene la mente muy abierta. Le hablas de una persona que cuida a otra y no piensa en el cliché de la cuidadora, en femenino, sino que piensa en un hombre”. Ahora estudia en un colegio con 108 nacionalidades diferentes y asegura que «él me hizo un sonajero de mimbre, yo le hice un hueco en mi corazón».

Fuente: El Mundo

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