Finalmente, las Rozas perdió ante el siete veces campeón de Europa, el Sevilla, por un total de 0-3. La Dehesa de Navalcarbón fue el escenario que se visitó de gala en la tarde noche de ayer para acoger un partido histórico en el que Las Rozas CF se enfrentó a nada menos que al Sevilla FC, uno de los clubes más laureados de España. Para la afición local, este encuentro fue mucho más que un choque de Copa del Rey: fue la oportunidad perfecta de ver a su equipo medirse con un gigante, de esas noches que quedan marcadas en la memoria de un club y de una comunidad.
Desde el pitido inicial, Las Rozas salió sin miedo, presionando alto y buscando incomodar al Sevilla, que aún intentaba adaptarse a las condiciones del césped artificial. Los primeros minutos transcurrieron sin muchas ocasiones, pero con un equipo local valiente que logró tener al Sevilla confinado en su propio campo durante algunos momentos. La intensidad era palpable y Las Rozas, animado por una afición incansable, logró neutralizar la salida de balón sevillista, generando las primeras inquietudes en el cuadro visitante.
La afición celebraba cada jugada como un gol
A medida que pasaban los minutos, el Sevilla intentó imponerse, pero cada intento era contestado con el empuje de Las Rozas y el aliento del público. En el minuto 29, los locales tuvieron su primera ocasión clara: un disparo desde fuera del área que, aunque se fue por encima del larguero, levantó a toda la grada en una ola de entusiasmo. Cada recuperación, cada pase acertado, era celebrado por los aficionados, que vivieron el partido con la emoción de un equipo que enfrentaba un reto casi imposible.
Sin embargo, cuando el primer tiempo estaba a punto de cerrarse, el Sevilla aprovechó una rápida contra y, en el minuto 40, logró adelantarse en el marcador. Méndez desvió hacia su propia portería un centro de Stanis Idumbo desde la banda derecha. El 0-1 cayó como un vaso de agua fría para Las Rozas, que hasta entonces había mantenido a raya a su poderoso rival. Pero el gol no mermó el espíritu de los locales ni de su afición, que siguió alentando sin descanso durante el descanso, sabiendo que aún quedaba mucho partido por jugar.
Segunda parte del sueño roceño
La segunda mitad arrancó con el Sevilla buscando consolidar su ventaja, pero el equipo de Las Rozas, lejos de amilanarse, salió con energías renovadas. En el minuto 61, el Sevilla amplió su ventaja con un gol del delantero nigeriano Iheanacho, pero este segundo tanto, lejos de desanimar a Las Rozas, pareció reavivar su espíritu de lucha. Los locales presionaron con más intensidad, y el guardameta sevillista Álvaro Fernández tuvo que emplearse a fondo, realizando dos paradas espectaculares para impedir el gol de Las Rozas, que estuvo cerca de recortar distancias.
Con el paso de los minutos, el Sevilla comenzó a controlar el juego en el mediocampo, pero Las Rozas se mantuvo firme. En el minuto 72, llegó el tercer y definitivo gol sevillista, tras una jugada en la que Peque intentó rematar sin éxito, y el rebote cayó en los pies de Iheanacho, quien solo tuvo que empujarla. Este 0-3 parecía sellar la eliminatoria, pero no apagó el ánimo de una grada entregada.
Orgullo roceño
A pesar de la derrota, la afición de Las Rozas aplaudió con fervor a su equipo al final del partido, orgullosos del esfuerzo de sus jugadores frente a un rival de tal envergadura. Navalcarbón vivió una tarde de Copa que quedará grabada en el corazón de cada roceño y que demostró, una vez más, que el fútbol es mucho más que el resultado final.